lunes, 28 de junio de 2010

Me he hecho amigo de una zorra rubita y sinvergüenza...

...y en nuestra relación todo está claro, nadie engaña a nadie: ella está conmigo porque le doy atún "Calvo", lentejas a la riojana de lata, ya no recuerdo la marca y pan "Bimbo" (del de sin corteza, eh). Yo le doy cosas porque me es grata su presencia, me hipnotiza y aprecio su gracilidad de movimientos. Tan poco es el engaño que nos hemos tenido, que mientras ha estado conmigo le he llamado "la zorra", así, en castellano en el original, sin medias tintas, ni siquiera suavizado por "la zorrita", nada de tonterías; descarnadamente la zorra (tampoco le he dicho nunca "el zorrón").
María, celosona perdida, me ha reñido: 
-- ¿Tú sabes que lo que estás haciendo es una burrada de manual, que no hay que acostumbrarla al contacto con los humanos? 
-- Si ya, joder, ya lo sé, pero es que me gusta tanto verla... Total, el núcleo urbano más cercano está a tomar por saco de aquí, y aquí no viene nadie tampoco...

Al final ha acabado María también dándole comida, en plan de perdidos al río. Es que no me digan que no es guapa, mi zorra, con esos mechones blancos que la hacen tan interesante...
La conocimos anoche, por equivocación. Habíamos dejado verdura y frutas para atraer ciervos y verlos al caer la noche, con la luna llena bastante pletórica. Apareció la zorra y le echamos jamón cocido. Para nuestra sorpresa, se acercaba sin apenas miedo, hasta a un par de metros. Aparecieron ciervos pequeños, del año, tímidos y no se acercaban a más de entre 15 y 20 metros. De la profundidad del bosque, la madre les llamaba y su visión era fugaz. No han salido los ciervos en las fotos nocturnas de la birria de cámara del teléfono móvil.
Cuál ha sido nuestra sorpresa al encontrarnos la zorra esta mañana, aparentemente de guardia, en la puerta del refugio. Ahí es cuando a María ya no le ha parecido gracioso:

-- Lo que vas a conseguir es que se acerque a todos los humanos y algún garrulo la mate, por gusto o por cobrar los mil duros que dan por el rabo, en otras zonas, las sociedades de cazadores...
-- No me hagas recordarte que tú anoche decías que los cervatillos a la brasa tienen que estar riquísimos... Joder, María, ¿tú viste Bambi salivando, no?


Tenía razón María esta vez y se la he dado (y he seguido haciendo lo que me salía de los cojones). No se crean que yo soy un macho intransigente de esos de las leyendas bibianeras: más o menos un 25% de las veces que María tiene razón, se la doy. ¿Qué les parece poco un 25%? Joder, pues ya es un 25 más que las veces que María me da la razón a mí, aún cuando le demuestre de manera irrebatible que la tengo. Me ha de ver ya tormentoso de tenerla muy muy gorda para que susurre un puede ser que tengas un poquito de razón... Normalmente prefiere desviar diciéndome que si no tengo razón reviento y cosas así.
He valorado que conseguiría, con tiento, que me comiera de la mano. Tras pensar que no es un perro, que no está aprendida a coger cosas de la mano, que lo más fácil es que me llevara un involuntario mordisco y que eso nos obligaría a ir a un hospital a un par de horas del sitio, lo he desestimado.
Pues ya se acabó jugar a Félix Rodríguez de la Fuente. Adiós, zorra.

El Desclasado ha hablado y ahora es domador de zorras. 

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