domingo, 31 de octubre de 2010

Dejad en paz a los niños, asquerosos fascistas.



Por todo ello, el Grupo Parlamentario Socialista presenta la siguiente
Proposición no de Ley
“El Congreso de los Diputados insta al Gobierno a:
1.º Que se elaboren e impulsen protocolos de juegos no sexistas para que se implanten y desarrollen en los espacios de juego reglado y NO REGLADO en los colegios públicos y concertados de Educación Primaria.
2.º Que en cualquier actividad lúdica desarrollada en los citados Colegios de Educación Primaria se eliminen estereotipos que mantengan los roles machistas y se introduzca el concepto de igualdad entre ambos sexos.”
 (Las mayúsculas del texto son mías. Pueden ver el documento original AQUÍ).

Soy sexista. Absolutamente sexista. Me gusta que los hombres sean hombres y las mujeres sean mujeres. Ello no implica en ningún momento que quiera o crea en diferencias de derechos o en más roles preestablecidos que los biológicos. Negar las diferencias biológicas que comportan diferencias de carácter, más o menos generalizadas, es de tarados. Me importa una mierda con quien se acueste cada uno. Negar las diferencias biológicas tal como hace la doctrina de género es de tarados, de sicópatas, de gente que se odia a sí misma en su masculinidad o feminidad y pretende que todos nos odiemos a nosotros mismos. La práctica totalidad de la doctrina de género, partiendo de la base de que los sexos son una construcción social, es antinatura, pervertida de base y delirada. Ni mis cojones son "una construcción social" ni el coño de aquella lo es. Partiendo de algo razonable como fue que los avances sociales llevaban a una nueva sociedad donde determinados roles debían adaptarse, los fascistas de género alentados y financiados por el capital (si no, de qué...), que siempre buscará sociedades descompuestas incapaces de plantarle cara, nos han llevado a este dislate de mentes enfermas, donde los progres que se odian a sí mismos, odian su país, sus raíces históricas y su identidad, ejercen de comisarios fascistas de la aberrante doctrina. Lo repito: SOY SEXISTA y aquí me tienen, tarados, so mierdas, desequilibrados a los que os ha dado el capital poder y ejercéis de nazis, de inquisición, de chivatos del sistema, de moralistas sin moral, de todo lo que un  mierda, eternamente acomplejado desde niño por lo gilipollas que es y las hostias que se llevaron por chivatos, ha querido ser siempre: un pequeño dictador. Un pequeño dictador que además -dime de qué presumes...- presume de "tolerante". No engañáis ni a la madre que os tuvo que abortar, basura. 
Quieren impedir que los niños jueguen a lo que les nazca, sea a piratas, sea a papás y mamás, sea a lo que les dé la gana. Quieren niños autómatas de género, sin identidad definida, sin certezas éticas, sin ninguna capacidad crítica diluida en un relativismo en el que "todo es lo mismo y todo vale lo mismo". Y os quejabais de la Iglesia y pretendíais hacer lo mismo o peor que ella: adoctrinar. Ya me diréis cómo vais a conseguir que a los niños les baje la regla o que a las niñas les salga pene, subnormales, si al cabo y según vuestra doctrina uno es lo que quiere ser, no lo que ha nacido. Menudo sexismo que los niños no tengan la regla... Habrá que establecer leyes al respecto...
Para que se rían: leo por foros que han llegado a proponer que en las carreras de sacos todos lleguen a la meta a la vez, para que no haya diferencias.
Y para que se rían también, un bloguero me ha ahorrado hacer la parte divertida del asunto haciéndola él. Copiopego:



Queridos Progenitores A y B:
Desde el inicio de curso venimos observando en Kevin una preocupante inclinación a reproducir viejos roles sexistas. Durante los recreos da en formar equipos de fútbol no paritarios, negándose a los preceptivos saltos de comba que el nuevo ROC ha implementado como compensación equipolente y transversal del estereotipo genérico. El maestro de guardia nos ha hecho saber que, en el fragor de la contienda, Kevin profiere cosas tales como: “La coge Cristiano Ronaldo, penetra Cristiano Ronaldo, dispara Cristiano Ronaldo…” Entenderán que estemos preocupados ante estas incipientes manifestaciones de violencia machista. Máxime cuando una de nuestras alumnas, de nacionalidad argentina, rompe a llorar cada vez que “la coge Cristiano Ronaldo”.
También nos preocupa que su hijo adopte modelos tan poco recomendables como el jugador  en cuestión. Tengan en cuenta que en el patio hay alumnos y alumnas de otras confesiones a quienes puede ofender una tan reiterada apología de la Cristiandad. Por otro lado – como sin duda saben, pues es historia conocida – Ronaldo es segundo nombre puesto al futbolista luso en honor de Ronald Reagan, presidente republicano del Imperio Yanki y, en tiempos, actor conocido por sus papeles de… ¡cowboy!
Dada la grave situación, y en vista de que su hijo no atiende a las directrices de la CORRE (Comisión Orientadora de Recreos Reglados), les invitamos a que acudan a nuestros Talleres de Igualdad Efectiva para informarles de las estrategias más exitosas en lo concerniente a reeducación del ocio. Pueden ustedes elegir entre los dos módulos actualmente disponibles:
- Módulo I: “A mí también me gusta Hello Kitty, tron”
- Módulo II: “Los cromos de la palma y la transmasculinidad en el discente”.

     
El Desclasado ha hablado con dos cojones, no tiene más. Y si hubiese sido mujer, la Desclasada habría hablado con un par de ovarios.   

sábado, 30 de octubre de 2010

Miguel Hernández.

Única grabación conocida de él. Como el sonido es una patata, debajo del vídeo pongo la transcripción.



CANCION DEL ESPOSO SOLDADO
.
He poblado tu vientre de amor y sementera,
he prolongado el eco de sangre a que respondo
y espero sobre el surco como el arado espera:
he llegado hasta el fondo.
.
Morena de altas torres, alta luz y ojos altos,
esposa de, mi piel, gran trago de mi vida,
tus pechos locos crecen hacia mi dando saltos
de cierva concebida.
.
Ya me parece que eres un cristal delicado,
temo que te me rompas al más leve tropiezo,
y a reforzar tus venas con mi piel de soldado
fuera como el cerezo.
.
Espejo de mi carne, sustento de mis alas,
te doy vida en la muerte que me dan y no tomo.
Mujer, mujer, te quiero cercado por las balas,
ansiado por el plomo.
.
Sobre los ataúdes feroces en acecho,
sobre los mismos muertos sin remedio y sin fosa
te quiero, y te quisiera besar con todo el pecho
hasta en el polvo, esposa.
.
Cuando junto a los campos de combate te piensa
mi frente que no enfría ni aplaca tu figura,
te acercas hacia mi como una boca inmensa
de hambrienta dentadura.
.
Escríbeme a la lucha siénteme en la trinchera:
aquí con el fusil tu nombre evoco y fijo.
y defiendo tu vientre de pobre que me espera,
y defiendo tu hijo.
.
Nacerá nuestro hijo con el puño cerrado,
envuelto en un clamor de victoria y guitarras,
y dejaré a tu puerta mi vida de soldado
sin colmillos ni garras. ,
.
Es preciso matar para seguir viviendo.
Un día iré a la sombra de tu pelo lejano.
Y dormiré en la sábana de almidón y de estruendo
cosida por tu mano.
.
Tus piernas implacables al parto van derechas,
y tu implacable boca de labios indomables,
y ante mi soledad de explosiones y brechas,
recorres un camino de besos implacables.
.
Para el hijo será la paz que estoy forjando.
Y al fin en un océano de irremediables huesos
tu corazón y el mío naufragarán, quedando
una mujer y un hombre gastados por los besos.

Miguel Hernández ha hablado. Quien lo mató está muerto, Miguel está vivo.

jueves, 28 de octubre de 2010

La Iliada desde una perspectiva marxista. (Que nooo, que es la entrada porno del mes).

Sólo les gustan que las cochinadas. Pues no van a tener y es doble engaño: ni hay Iliada marxista ni hay porno, sólo habrá verso libre, sin rima, o sí, lo que me dé la gana, hombre, que ya está bien de pedir guarradas.

Romance del encuentro en la parada del autobús.




Esperaba el autobús
en la parada sentado;
llegó y sentose a mi lado
una tal María Jesús.
Mírole con disimulo,
mirando cogí agujetas;
mírole muy bien el...pelo;
mírole también las...manos.
Mirando, mirando estaba
¿ella no se percataba?
Y va y díjome de pronto:
¿qué miráis, pedazo tonto?
Yo...esto...nada, señorita.
Pues bien lerdo que seréis
o me tomáis por tontita
si miráis y no veis nada
donde a poco que busquéis,
naturaleza entregada,
cuerpo de niña mimada,
eso es lo que hallaréis;
mirad de nuevo y veréis.
Yo...esperaba el autobús,
quisiera saber su nombre...
Mi nombre es María Jesús
y esta tarde busco un hombre.
¿Y soy yo el afortunado?
Pues depende, mi adorado;
parecer, parecéis fuerte,
veremos si resistente...
¿por qué nombré respondéis?
Respondo por Desclasado
¿qué es lo que de mí queréis?
No os quedéis ahí parado:
en el autobús subamos
que si a mi casa llegamos
el premio os dejará helado.
No fue muy largo el trayecto
¿Intento algún abordaje?
Mas ya concluyó el viaje
y otra vez me porté recto.
Hay que saber esperar
me dije hacía mis adentros
que lo que voy a catar,
lo que espero de este encuentro,
bien lo he de recordar
si clavo hoy el epicentro.
Entramos en su morada,
mirándome sugerente
con la expresión aniñada
me dijo tal de repente:
vamos a mi habitación
que nos espera la acción,
la tarde no es empezada,
quiero verla terminada...
Me puso a pintarle el cuarto
venga a tirar de rodillo.
Yo allí, como un pardillo,
de pintura acabé harto.
Cuando ya me despedía,
ni ducharme me ha dejado,
me dijo la muy arpía
que yo le había gustado
y que podíamos quedar
tal vez al siguiente día,
pintar la sala de estar
y alguna otra tontería.
Del trabajo me han echado
por la tarde haber faltado.
Mis amigos se han burlado
de verme llegar pintado.
Y aquí acaba este cantar
de este pobre Desclasado
que creyendo ir a follar
terminó siendo follado.

Hasta el mes que viene no me pidan más porno que miren como acabé hoy.

La muerte de Durruti (II). Habla Pedro de Paz.

El escritor Pedro de Paz ha tenido la amabilidad de responder a una invitación hecha en su blog para opinar sobre la muerte de Durruti. Autor de varias novelas, trabajó durante 15 años de informático hasta que en 2002 se decide a cambiar los chips por la pluma-teclado y se lanza al ruedo de la literatura. Su primera novela, "El hombre que mató a Durruti", gana el certamen de novela corta José Saramago y es traducida al inglés. Posteriormente escribe "Muñecas tras el cristal" y "El documento Saldaña", todas en un género que él viene a denominar "género urbano", una especie de costumbrismo bebiendo de fuentes del thriller negro policíaco.
Está prevista la reedición de "El hombre que mató a Durruti" para la segunda semana de noviembre del presente, desde aquí les invito a leer esta obra y otras del autor.
Hasta donde yo llego en el tema de la muerte de Durruti, sin caer en la conspiranoia no se puede rascar más que ha rascado él. Así que para dar por cerrado el tema copiopego del mismo blog del autor su entrada al respecto.
Probablemente el misterio nunca sea desvelado del todo, prometo si me entero de nuevas investigaciones o datos fiables, mantenerles informados.
Habla Pedro de Paz el jueves 19 de noviembre de 2009. Título: La muerte de Durruti:
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Tal día como hoy, hace 73 años, en torno a la una de la tarde, caía herido de muerte en las proximidades del frente de la Ciudad Universitaria José Buenaventura Durruti Dumange (o Domingo o Dominguez según las fuentes). Tras varias horas de agonía, su vida terminaría por extinguirse en la habitación número 15 del Hotel Ritz, convertido por azares de la guerra en el Hospital de las Milicias Confederadas de Cataluña. Con él desaparecía, envuelto entre las brumas de la leyenda, una de las figuras más brillantes y significativas del anarquismo ibérico.

La carismática figura del líder anarquista siempre ha estado rodeada de una fascinante aureola, de un halo mítico que ha sido capaz de perdurar hasta nuestros días. Su vida podría considerarse como uno de los más claros y evidentes ejemplos de coherencia ideológica, de cómo alguien es capaz de dedicar toda su existencia a la enconada defensa de unos ideales, al margen de la validez que se le quiera dotar a los mismos. Su trayectoria vital nos muestra la continua lucha de un hombre que hizo de la defensa del ideal libertario y de la consecución de un mundo acorde a estos principios su objetivo aun teniendo en cuenta que no siempre empleara para ello los cauces más adecuados.Durruti fue ante todo una persona de férreas convicciones ideológicas y morales, unas convicciones que marcaron su vida de forma indeleble y al que su afán por defenderlas le llevó al extremo de entregar su vida.

Aun a pesar de la extendida creencia, el activismo anarquista de Durruti no se reduce a su breve intervención durante la Guerra Civil española —recordemos que ésta se inició en julio de 1936 y Durruti falleció en noviembre de ese mismo año—. Hasta ese trágico momento, su vida estuvo marcada por apasionantes acontecimientos que demuestran el coraje y el arrojo del anarquista así como su talante ante la vida. Tal y como definía el escritor y periodista Illya Ehrenburg, que lo conoció y convivió con él, «la vida de Durruties imposible de narrar. Se parece demasiado a una novela de aventuras». Pero, curiosamente y a pesar de lo apasionante de su periplo vital, quizá hayan sido las circunstancias que rodearon su muerte las que más han contribuido a aumentar ese halo de leyenda que sustenta el mito.

SU MUERTE

En la madrugada del 18 al 19 de noviembre, en la línea del frente de la Ciudad Universitaria, los milicianos se preparan para asaltar el Hospital Clínico, en manos de las tropas moras. Tras varias escaramuzas consiguen acceder al inmueble pero durante su acción son rechazados por los destacamentos allí refugiados y se inicia un brutal combate en el interior del recinto. La lucha se lleva a cabo planta por planta, habitación por habitación, prácticamente cuerpo a cuerpo. Tras varias horas, los milicianos deciden replegarse y volver a sus posiciones iniciales. La moral de los libertarios pasa por uno de sus momentos más desalentadores. Muchos se plantean la posibilidad de abandonar su posición tras haber estado cuatro días combatiendo sin descanso, sin dormir, ateridos por el frío y prácticamente sin comer. Los mandos de la columna informan a Durruti de la difícil situación y éste decide personarse en el frente acompañado de Julio Graves, su chofer habitual, y del sargento Manzana, siendo precedidos en su recorrido por otro vehículo en el que viajan Antonio BonillaLorente y Miguel Doga. Cuando se encuentra a pocas manzanas del Hospital Clínico, Durruti se topa con un grupo de milicianos que parece retirarse y abandonar sus posiciones. Ordena a Graves que detenga el vehículo y desciende con intención de amonestarlos. Tras una breve conversación con ellos, se dirige de nuevo al coche. Se escucha un disparo. Durruti se desploma con el pecho ensangrentado. Es subido al automóvil y conducido a toda velocidad al Hotel Ritz. Tras ser atendido por un equipo médico capitaneado por los doctores Bastos Ansart y Santamaríadurante doce horas en las que el herido se debatiría continuamente entre estados de semiinconsciencia, Durruti fallece en la madrugada del 20 de noviembre de 1936. Causa oficial de la muerte: hemorragia pleural causada por herida de arma de fuego.

¿QUIÉN MATÓ A DURRUTI?

Esa es la pregunta del millón y para la que, por desgracia, no existe a día de hoy una respuesta certera y satisfactoria. A falta de evidencias claras y determinantes, a lo más que podemos aspirar es a matizar las condiciones del interrogante. Mucho se ha especulado acerca de las circunstancias que rodearon la muerte de Buenaventura Durruti. Por dudar, incluso se ha puesto en tela de juicio en numerosas ocasiones hasta el lugar exacto en el que transcurrió el incidente. Hay que partir de la premisa de que, sobre el fallecimiento de Durruti, no existe ninguna certeza absoluta salvo la del hecho de su propia muerte y que por ello debemos movernos siempre en el ámbito de las hipótesis —habiéndolas por decenas—. Llegados a este punto vamos a dejar de lado aquellas teorías disparatadas, de corte efectista o de intención claramente manipuladora, tratando de exponer lo que se consideran hechos probados o, al menos, hechos que poseen la suficiente entidad testimonial y documental como para permitir arrojar mínimas dudas acerca de su verosimilitud.

Tras los primeros instantes de confusión, una primera versión oficial apunta que un disparo realizado desde las terrazas del Hospital Clínico de Madrid, en esos instantes tomado por las fuerzas nacionales, acabó con la vida del anarquista. Diversos testimonios manifiestan que el coche en el que viajaba Durruti esa mañana iba ocupado por Graves, el chofer, en la parte delantera y viajando en la parte posterior, se encontraban el sargento Manzana y Durruti. Las declaraciones indican que el vehículo se hallaba estacionado a unos seiscientos metros del hospital cuando Durruti cayó herido, siendo ésta una distancia aceptable para un tirador avezado pero, por otro lado, diferentes testimonios sostienen que el herido presentaba en su zamarra de cuero un rastro circular de pólvora deflagrada, inequívoca señal de un disparo hecho a quemarropa. La información, por sí sola, no es más que otra hipótesis puesto que no se conserva la prenda pero, asociándola a otros detalles conocidos, nos permite argumentar con cierta solvencia la teoría de un disparo hecho a corta distancia. Por ejemplo, las heridas presentadas. Según la creencia generalizada, Durruti tenía alojada en su pecho la bala que lo había herido y que, durante su estancia en el hospital, se estudió la posibilidad de intervenirle con el fin de extraérsela pero, según ciertas fuentes —entre ellas, algunos de los médicos que lo atendieron—, la bala presentaba orificio de entrada en el espacio intercostal ubicado bajo la tetilla izquierda y orificio de salida en el centro de la espalda. Según esas mismas fuentes, es cierto que se estudió la posibilidad de intervenirle pero no para extraer la bala puesto que ésta no se hallaba alojada en el herido, sino con la intención de atajar la profusa hemorragia interna, de extrema gravedad, que éste presentaba. Por tanto, si la trayectoria presentaba orificio de entrada y de salida, es más lógico pensar en la hipótesis de un disparo hecho a quemarropa que en uno realizado a seiscientos metros de distancia. Otro detalle que avala esta teoría: en su declaración inicial, Julio Graves, el chofer, expone que momentos antes de advertir que Durruti caía herido pudo escuchar de forma clara una detonación. Este aporte puede entenderse de múltiples formas. Bien podría referirse a alguno de los disparos producidos en los alrededores —recordemos que la zona era frente de guerra— pero su testimonio nos puede dar a entender que oyó un disparo en concreto, uno que tuvo la oportunidad de escuchar lo suficientemente cercano como para prestarle mayor atención.

Si tomando como base estas deducciones, aceptamos como válida la premisa o hipótesis del disparo a corta distancia, el asunto adquiere otro cariz muy diferente al indicado por la versión oficial. Las personas más próximas a Durruti en el momento de su muerte serían: Julio Graves, el chofer; el sargento Manzana, que lo acompañaba y que descendió del vehículo junto a él y el grupo de milicianos a los que el anarquista se detuvo a reprender. Si seguimos un procedimiento de eliminación, podríamos descartar a los milicianos —una de las múltiples hipótesis existentes apunta hacia ese lado— puesto queDurruti ya había terminado de conversar con ellos y se retiraba hacia el vehículo —de hecho se estaba introduciendo en él— cuando fue alcanzado. La proximidad no parece suficiente para efectuar un disparo a quemarropa. Según otros testimonios, Julio Gravesno llegó a descender del vehículo durante el incidente, manteniéndolo en marcha en todo momento por lo que podemos deducir que, desde su posición, se hace inverosímil el que fuese de alguna manera responsable del disparo que acabó con la vida de Durruti. Nos quedan el sargento Manzana y el propio Durruti. Según algunos de los médicos que lo atendieron, profesionales acostumbrados a tratar de forma habitual a heridos en combate, la herida presentaba el aspecto de haber sido producida por una bala del calibre «9 largo» —aspecto que no se puede confirmar ni desmentir puesto que el proyectil no se conserva. Tomemos esta apreciación con la suficiente y necesaria asepsia—. La única arma que solía portar Durruti de forma habitual era un viejo Colt que ocultaba siempre bajo su zamarra. Cabría la posibilidad de un disparo accidental provocado por el propio Durruti pero la aureola de pólvora impresa en el exterior de su cazadora de cuero nos evidencia que el disparo no pudo producirse con esa arma. ¿Llevaba Durruti alguna otra arma ese día? Hay testimonios contradictorios al respecto. Algunos lo afirman, otros lo niegan. En lo que sí coinciden la mayoría de dichos testimonios es que un arma de uso muy común entre los milicianos y particularmente entre los integrantes de la columna Durruti era un subfusil de tipo Schmeisser MP-28 (conocidos popularmente como Naranjeros). Y nuevamente la fatalidad parece entrar en juego. El Naranjero era un arma muy apreciada por su potencia y robustez pero adolecía de un grave defecto de diseño: carecía de seguro de transporte por lo que, una vez montada, el más mínimo golpe provocaba su disparo accidental. Hay constancia de que el coronel López Tienda sufrió una accidente de idénticas características en la zona de la carretera de Extremadura apenas un mes antes de la muerte de Durruti. Y, curiosamente, esta arma usa balas del calibre «9 largo».

Pero no existe constancia alguna de que Durruti portase jamás un Naranjero. Todo lo más, un fusil Mauser.

Sin embargo, quien portaba de forma habitual un Naranjero era el sargento Manzana, acompañante de Durruti ese fatídico día.

Ítem más, existen testimonios que confirman el hecho de que el sargento Manzana fue herido pocos días antes del suceso y que debido a esto llevaba el brazo en cabestrillo —en las exequias de Durruti aún lo llevaba. Existen documentos gráficos al respecto—. Si ese día portaba su arma habitual y contaba con el impedimento de llevar inmovilizado el brazo, no es descabellado suponer que el arma pudo escurrírsele accidentalmente de las manos, golpear el suelo y dispararse fatalmente en el momento en que Durruti se encontraba inclinado en un ángulo cercano a los 90 grados para introducirse dentro del vehículo —recordemos la trayectoria prácticamente plana de la bala—. ¿Ocurrió así? Imposible saberlo. ¿Pudo ocurrir así? Es una conjetura, cuanto menos, factible.

Manteniendo pues esta línea hipotética, podemos concluir que todos los indicios apuntan hacia el hecho de que un desgraciado accidente, provocado por el propio Durruti o, más probablemente, por el sargento Manzana acabó con la vida del líder anarquista el 19 de noviembre de 1936.

LUCES Y SOMBRAS

Si todo se debió a un fatal accidente, ¿por qué del halo mítico creado alrededor del hecho? Existen múltiples razones que permiten explicarlo y decenas de curiosos detalles que permiten avalar cualquiera de dichas razones. En su momento, el principal error fue tratar de ocultar la verdad. ¿Por qué se decidió silenciar los auténticos detalles del suceso? Porque, en ese instante y situación, así convenía a muchos de los sectores implicados en el encubrimiento. La finalidad principal de éste sería la de evitar suspicacias que pudieran derivar en un autentico y definitivo cisma en las filas de la república. En esa época, los ánimos estaban demasiado soliviantados. Los marxistas del POUM, junto a los anarquistas de la FAI y la CNT, en continua pugna con los comunistas por sus diferentes criterios a la hora de implantar la revolución social. Algunos de los sectores más conservadores de la CNT propugnaban la idea de apartar a Durruti ya que consideraban que se estaba radicalizando en exceso y que eso perjudicaba los intereses de la revolución. Por el contrario, los sectores más extremistas de la CNT no estaban de acuerdo con dicha postura ya que veían en Durruti al autentico valedor de sus consignas. En definitiva, cualquier intento de explicar que la causa de todo había sido un desafortunado accidente no habría sido creído por ninguna de las partes; habrían aprovechado la ocasión para desatar una lluvia de acusaciones de unos contra otros que hubiera acabado desembocando en una autentica batalla campal en el seno del gobierno. Y eso no beneficiaba a nadie. Era más sencillo culpar a «una maldita bala fascista» y hacer de ello un frente común.

Por otro lado, al gobierno republicano le interesaba el encubrimiento, principalmente por dos motivos: uno, que la pérdida de un líder tan carismático a manos de un estúpido accidente hubiera provocado la desmoralización inmediata de la tropa. Era preferible echar la culpa a los rebeldes para darles a los milicianos un motivo más de odio, un motivo más para luchar. Y dos, el explicar que el accidente se produjo por la ineficacia del armamento usado, hubiese provocado, además de la propia desmoralización, una desconfianza increíble hacia su material bélico. El gobierno no podía admitir que estaban peleando con armas que si bien no eran defectuosas, eran inseguras y provocaban accidentes. En definitiva, es muy probable que la decisión de ocultar los detalles no fuese tomada con el fin de encubrir un acto ilícito sino más bien por una cuestión de interés coyuntural. Por desgracia, el exceso de cabos sueltos y testimonios contradictorios que surgieron alrededor de una mentira pobremente urdida terminarían por propagar y extender el halo mítico que a día de hoy rodea la muerte de Durruti.

En cualquier caso, conviene recordar que, como en toda disertación hipotética, nos movemos siempre en el terreno de las incertidumbres y que las planteadas en este artículo quizá no consigan más que añadir nuevos interrogantes. Sin datos contrastables no podemos negar de forma tajante que la muerte de Durruti fuese planeada, urdida y ejecutada de forma calculada al igual que no podemos despreciar el hecho de que ciertos detalles de esta historia permanecen como puntos oscuros o contradictorios de cualquier argumentación que pretenda exponerse. Por ejemplo, no podemos descartar —ni probar tampoco— de forma taxativa que el sargento Manzana efectuara un disparo intencionado y no accidental ya que nos resulta muy llamativa la circunstancia de que, una vez acabada la contienda, José Manzana se exiliara en México y que, siendo un representativo miembro anarquista, tratase de evitar todo contacto con antiguos compañeros y con el gobierno republicano en el exilio, hasta el punto de llegar a perderse su pista por completo alrededor del año 1970. O tampoco podemos negar el hecho de que José Manzana, durante el asalto a las Atarazanas del 19 de julio, se encontrara dentro del cuartel al lado de los sublevados y que posteriormente, tras ser tomadas las dependencias militares, saliera de ellas y se uniera a la causa anarquista. Son detalles que, sin acusar directamente a nadie, se hacen difíciles de encajar en cualquiera de los razonamientos, en cualquiera de las conjeturas que se planteen. Y es que, en el fondo, son esas circunstancias las que consiguen que el mito de Durruti perviva en el tiempo. Y que lo siga haciendo después de tantos años.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Un "thriller" en la República: la muerte de Durruti.

Voy a hacer una entrada seria que últimamente estoy de un payaso que temo que me den un ministerio en la próxima remodelación gubernamental.
Aviso: va a ser largo.
Como en el anterior "thriller en el franquismo" veremos otro misterio sin resolver, otra muerte que a muchos interesó y nadie asumió. El marco de la guerra civil fue el escenario perfecto para el eterno cainismo hispano. Está sin escribir, más que en pequeños retazos y jamás se escribirá del todo, la historia de muertos "por fuego del propio bando". Fueron tantos que resultaría imposible contabilizarlos. Y a ninguno de los bandos conviene sacar estos trapos sucios, muy sucios... Mejor seguir jugando a buenos y malos en una historia en la que todos fueron malos.
Buenaventura Durruti junto a José Antonio Primo de Rivera son los dos malditos de nuestra historia reciente, los dos antisistema por excelencia, uno en cada extremo. El primero por olvido y paradojicamente el segundo por mitificación y absorción por el franquismo, deformando un mensaje que no tenía apenas que ver con el de J. Antonio. Curiosamente murieron el mismo día con escasas horas de diferencia. En "Muertes paralelas" establece Sánchez Dragó este paralelismo. Una birria de ensayo que no recomiendo a nadie y en la que, como de costumbre, acaba hablando de lo majo que es él mismo. No recuerdo si vuelve a contar que eyacula hacia dentro hasta 7 veces en un rato y cosas así. Un día nos explotará este hombre como siga con esas manías.
Durruti, el maldito por olvido, tiene una vida increíble, absolutamente de leyenda, coronada por una muerte aún hoy envuelta en el misterio. Incomodo para todos, hasta incomodo fue para los anarquistas con pretensiones pesebristas de su época, murió como había vivido: peleando arma en mano.
A los lectores más jóvenes y los no tan jóvenes les recomiendo que no asocien, en adelante en el texto, el anarquismo con el "anarkismo" actual. Más de un anarquista clásico, tras intentar previamente educarlo, le hubiese vaciado un cargador en la cabeza a un punki litronero anarkista de hoy. El anarquismo ha sido derrotado, en parte por sus propios errores, y el sistema nos vende una imagen distorsionada de él, en la que cae cualquier tonto útil con ganas de aparentar rebeldía.
Aquí tienen a uno de los "terrores" del franquismo, el anarquista Facerías (otro maldito junto a Sabaté y Capdevila) con el hijo de un amigo en una terraza de París. Como ven no lleva 3 chuchos llenos de mierda y la flauta se la debió dejar en casa:

Nace Durruti en León en julio de 1896. Tras el desastre del 98 Durruti se cría en una España convulsa en todos los órdenes. En el orden espiritual el sueño imperial ha fenecido; no quedan más que retales de un imperio antaño de los mayores de la historia. En el orden social tenemos una España tenebrista donde la Iglesia es un poder fáctico de primera magnitud. En el orden laboral las ideas revolucionarias, sobre todo las anarquistas, han calado en el campesinado andaluz, traídas por el "apóstol" italiano Fanelli enviado por Bakunin, que las exportan emigrando a la industria catalana y levantina. En uno de sus errores Marx predijo que la revolución se daría en sociedades industriales y la revolución en estado puro se dio en dos sociedades eminentemente agrarias: Rusia y España, si bien es cierto que la chispa revolucionaria partió del tejido industrial de San Petersburgo y Barcelona, llevada desde el campo por los campesinos rusos, andaluces, murcianos... La intelectualidad española, inclusive la de izquierdas que entonces aún no odiaba a España, se devana los sesos buscando una regeneración que saque al país de un ostracismo intelectual de siglos. El infierno está empedrado de buenas intenciones. Los obreros empiezan a organizarse, ellos también tienen su propia idea de cómo ha de ser esa regeneración.
Deja Durruti los estudios a los 14 años. Se hace mecánico apadrinado por Melchor Martínez, un socialista leonés con merecida fama de revolucionario. Martínez alecciona a Durruti en socialismo y en mecánica durante dos años. Cuando no le queda más que aprender de éste, se cambia de taller y se convierte en una suerte de mecánico especializado. Afiliado a la ugeté, el sindicato, al igual que hoy, era "pactista", o sea mamón. Se ve envuelto ya en todos los altercados revolucionarios, participando en la huelga general revolucionaria de 1917 al calor de los acontecimientos ocurridos en Rusia. Empieza a ser vigilado por la Guardia Civil y en una pequeña localidad como era entonces el León de la época, se ve atrapado. Se traslada a Barcelona en 1920. Merced a su especialización mecánica nunca le falta trabajo. Se afilia a la ceneté. La patronal catalana está contratando pistoleros para frenar las reivindicaciones obreras y Durruti no duda en el camino a seguir: responder de la misma manera, lo de poner la otra mejilla no iba con él. En el seno del sindicato confederal crea con sus inseparables amigos Francisco Ascaso y García Oliver el grupo "Los solidarios". La leyenda va a empezar a forjarse muy rápidamente: para recaudar fondos para la causa atracan la sucursal del Banco de España en Gijón.
El cardenal Juan Soldevila está financiando las partidas de pistoleros de la patronal, Durruti y sus amigos le dan matarile.
La leyenda crece por momentos, a patronal y Gobierno el asunto se les está escapando de las manos. En las fábricas, cuando la patronal exige condiciones injustas los obreros replican: "a ver si va a tener que venir Durruti por aquí..."
La banda se ve forzada a huir a Argentina, donde los anarquistas de allí cobijan y esconden. De Argentina pasan a Chile donde cometen el primer atraco a un banco de la historia del país. Para que se hagan una idea de la espectacularidad de sus acciones, vale la pena transcribir un fragmento de su atraco chileno:

Después de dejar el Hudson azul con placa patente 2525, los hombres ingresaron con rapidez al banco. Dentro del edificio la actividad era tranquila. Lo único que llamaba la atención era la presencia de Urbano Villaseca, un arriero que se encontraba recolectando dinero en favor de los calicheros del norte salitrero. Había cuatro funcionarios en actividad y tres en horario de colación cuando irrumpieron los asaltantes. Los hechos se sucedieron rápido: Carlos Thompson, cajero del lugar, contaba y empaquetaba monedas cuando el tipo de bigotes, quien según testigos tenía “aspecto de abastero”, saltó por sobre el mostrador e intentó apoderarse de la caja. En un primer instante Thompson creyó que se trataba de una broma de pésimo gusto, pero entendió que todo era muy serio cuando el hombre del antifaz, apostado a un costado de las cajas y con una Colt de 38 mm en cada mano, lo apuntó directo en las sienes y gritó: -Señores, ¡arriba las manos! Luego de este hecho, los demás bandidos saltaron por sobre las rejas de bronce que resguardaban al cajero, y fueron en busca de los billetes. Thompson, hombre fuerte y bien alimentado, cayó al suelo y desde aquel innoble lugar dio la alarma. La acción del cajero impidió que los malhechores intentaran hacerse de la bóveda mayor y tuvieron que contentarse con el dinero de la caja. Luego sobrevino la fuga y su consiguiente persecución: los asaltantes corrieron hasta el vehículo de alquiler que habían abordado en el centro. En el trayecto dispararon varias veces al cielo para sembrar el pánico entre la muchedumbre que circulaba por San Diego, y lo consiguieron con efectividad. Detrás de ellos venían tres funcionarios del banco. El segundo cajero, Domingo Pérez, intentó seguir el auto, pero recibió un balazo en la mano izquierda que lo detuvo en su intento. Alfredo Muñoz y Manuel Moya fueron más lejos y, aprovechando un momento de confusión ocasionado por el asombro del chofer, se aferraron de la parte posterior del vehículo en movimiento. Allí se inició una intensa balacera por parte de la banda, quienes, asomándose por la ventanilla trasera dispararon sus armas. Primero dieron con Muñoz, quien recibió dos balazos, uno que se alojó en el cráneo y otro que impactó en su rodilla derecha. Moya, en cambio, sólo recibió una contusión leve al caer mientras el Hudson de color azul intentaba la fuga. En San Diego esquina Concepción el auto ya corría solo y sin dificultades. Mientras tanto el auxiliar del Banco, Benjamín Valdés, detuvo un auto de alquiler que se hallaba en las cercanías y, junto al policía (Dragoneante en esa época), Miguel Mella, fueron tras los asaltantes. Claro que sólo alcanzaron a seguirlos unos cuantos metros, pues el chofer del carro se negó a seguir la persecución a causa de la lluvia de balas que provenía del auto de los asaltantes. En San Diego, entre Victoria y Pedro Lagos, les perdieron pisada definitivamente. Algunos testigos dijeron que el auto dobló por Matta al oriente, aunque otros aseguraron que tomó la dirección contraria hacia el Parque Ercilla. El monto total del asalto bordeó los 50 mil pesos de la época. Con respecto a la banda, la policía sólo llegó a dos conclusiones. Una: tenían “voces extrañas que les daban el aspecto de argentinos o de españoles”, como hizo mención La Nación del viernes 17 de Julio. Y dos: en el suelo del local se encontró el antifaz del jefe de la banda. En la prensa se habló del nacimiento de una nueva etapa en la criminología del país. El Mercurio editorializó de la siguiente manera: “Está demostrando que Santiago no tiene hoy solo el peligro de los bandidos que obran a la antigua, sino también de los que siguen los nuevos sistemas terroríficos capaces de atemorizar a los hombres de más ánimo”. Los diarios llamaron a los asaltantes “Apaches”, en alusión al nombre con que los periodistas franceses caracterizaban a los hampones de París, y que había sido tomado de un famoso tango del uruguayo Manuel Gregorio Arostegui, “El Apache Argentino”. Santiago de Chile, poniéndose al día con el resto del mundo, había conocido a sus primeros “Apaches”. Nadie sabía que se trataba de Buenaventura Durruti, el anarquista más famoso de Europa.


Continúan Durruti y sus amigos su tarea revolucionaria por Sudamérica, ora levantan a los cortadores de caña cubanos, ora atracando al capital allí donde se encuentren, ora haciendo constante apostolado de la Idea. Siempre trabajando de lo que hallan, siempre entregando el dinero conseguido para la causa, siempre huyendo de país en país, recalan en Francia donde se entrevistan con el también maldito Nestor Majno, el anarquista que durante un tiempo consiguió mantener Ucrania libre de potencias capitalistas y de comunistas, siendo finalmente masacrado por el Ejército Rojo de Trotsky que ya había exterminado a los anarquistas de Krondstat que se rebelaron contra la tiranía roja. Majno logró huir con escasos de sus hombres, varios tiros en el cuerpo, cruzando a caballo un río perseguido por prácticamente todo el Ejército Rojo. Finalmente consiguió llegar a Francia donde malvivió hasta su muerte. Malvivió trabajando, como obrero que era, en la Renault francesa, recordemos que los anarquistas, a diferencia de los anarkistas actuales, siempre trabajaban.
El Ejército Negro de Majno:


Finalmente en la muy democrática Francia son encarcelados Durruti y sus amigos por sus actividades revolucionarias. Pesa sobre ellos la segura condena a muerte si son extraditados a España. El anarquismo internacional inicia una fuertísima campaña para salvarlos, finalmente se consigue su liberación. Escasos años atrás con Sacco y Vanzetti en Estados Unidos no hubo tanta suerte.
De izquierda a derecha: Ascaso, Durruti y Jover:


En Francia encuentra también Durruti el amor en la persona de Emilienne Morin, la que ya sería su compañera hasta su muerte.
Con el advenimiento de la República vuelven a España Durruti y sus amigos. Revueltas y más revueltas, cárcel y más cárcel. Ser la mujer de un revolucionario es en verdad tarea heroica, Durruti pasa tanto tiempo en la cárcel como fuera . Y cuando no está en la cárcel tiene que estar escondido. La familia sobrevive, como tantas, gracias a la ayuda solidaria del sindicato que prevé estos casos con un  fondo de dinero. A veces no está en la cárcel y sólo está deportado en Guinea o Canarias, allí por lo menos buen clima.
Ascaso, Durruti y sus amadas en uno de los escasos momentos que no andaban pegando tiros ni mitineando:
Pongamos un punto de amor entre tanta sangre y leamos las declaraciones de Emilienne respecto a Durruti:

"Durruti y yo no nos casamos nunca, por supuesto. ¿Qué se figura usted? Los anarquistas no van al registro civil. Nos conocimos en París. Habrá sido en 1927. Él acababa de salir de la cárcel. Había habido una campaña inmensa en toda Francia, el gobierno había cedido, los «tres mosqueteros» (ése era el sobrenombre que les había puesto la prensa) fueron libertados. Durruti salió, esa misma tarde visitó a unos amigos, yo estaba allí, nos vimos, nos enamoramos a golpe de vista, y así seguimos". 
"Sí, los anarquistas siempre hablaban mucho del amor libre. Pero eran españoles al fin y al cabo, y da risa cuando los españoles hablan de cosas así, porque va contra su temperamento. Repetían lo que habían leído en los libros. Los españoles nunca estuvieron a favor de la liberación de la mujer. Yo los conozco bien a fondo, por dentro y por fuera, y le aseguro que los prejuicios que les molestaban se los quitaron enseguida de encima, pero los que les convenían los conservaron cuidadosamente. ¡La mujer en casa! Esa filosofía sí les gustaba. Una vez un viejo compañero me dijo: «Sí, son muy bonitas sus teorías, pero la anarquía es una cosa y la familia es otra, así es y así será siempre. 

Con Durruti tuve suerte. Él no era tan atrasado como los demás. ¡Claro que él sabía también con quién estaba tratando!


Las dos españas, las eternas dos españas se preparan para el choque definitivo. Conspiran los militares en los cuarteles, acumulan armas socialistas y anarquistas en sus sedes... Leí recientemente un no muy buen ensayo de Lain Entralgo, "A qué llamamos España", enésimo intento de desentrañar el misterio de esta tierra de hijos de puta. Un apunte bueno tenía el ensayo: denominaba Lain "totalismo" la forma de los españoles de resolver sus diferencias; no hay lugar para el pacto, no hay lugar para la entente, sólo hay lugar para el exterminio del contrario. Pues algo de bastante razón tiene.
Sorprendentemente el mismo José Antonio Primo de Rivera, el de la falange, sí, trata de ponerse en contacto con Durruti. Trae como aval José Antonio su amistad con García Lorca y los paralelismos entre anarcosindicalismo y nacionalsindicalismo (falangismo). Pero aún más aval es que un hermano del mismo Durruti, Marciano Durruti sea falangista. Cuentan que "a punto estuvo Durruti de estrangular a su propio hermano cuando le fue con la propuesta". Se dieron los contactos que no cuajaron, aunque Durruti no estuvo en ellos. Marciano fue fusilado por los de su propio bando por ser hermano de Durruti y a García Lorca trataron de salvarlo valientemente sin éxito la familia falangista Rosales. José Antonio y Durruti, como ya dije, murieron el mismo día. Todos fueron malos en esta película.
Se están buscando las dos españas y tras varios intentos fallidos se encuentran: estalla la guerra civil. Los anarquistas están preparados y armados, derrotan a los militares en Barcelona en un episodio épico al más puro estilo guerrilla callejera. Durruti con sus amigos en primera linea, por supuesto. Ascaso, el eterno compañero de Durruti muere ese día luchando. Barcelona queda bajo control obrero, control claro de la CNT.
Foto de Ascaso tomada 20 minutos antes de su muerte.
(Fotografía sobrepuesta en el mismo lugar de las Ramblas donde fue tomada).

Ha estallado la guerra civil y a los anarquistas no se les ocurre otra sandez más que abrir las cárceles de par en par y liberar a todos los presos. Romper las cadenas opresoras del sistema, los hombres son buenos, el sistema los hace malos... gilipolleces de esas que les habrían de costar tan caras. Por ejemplo: empiezan los desmanes, los robos, las violaciones, las venganzas... Ponerse un pañuelo rojinegro al cuello da impunidad para cometer todo tipo de atrocidades. Por ejemplo: las democracias occidentales se acojonan ante estos "desmanes revolucionarios" y deciden cerrar el grifo de las ayudas militares a una República que ha perdido totalmente el control y el poder está en los comités revolucionarios. Dicho en plata: las "democracias" prefieren a un Franco conservador antes que a una revolución que pueda ser contagiosa en sus países. Por ejemplo: los comunistas nunca habían pintado nada en España, tenían escasa fuerza. La Urss es casi la única que le vende material militar a España. El pueblo no sabe que Stalin nos está vendiendo mierda a precio de oro. Los comunistas empiezan a vender la moto de orden, disciplina, acabar con los excesos revolucionarios... Los comunistas convencen a unas clases medias progresistas que ven con malos ojos los saqueos de los revolucionarios. Los comunistas se están allanando el camino para exterminar a los anarquistas, como en Rusia, como en Ucrania... y los imbéciles de los anarquistas se lo están poniendo a huevo con sus quemas de iglesias, muertes gratuitas de curas y expolios variados. Los dirigentes anarquistas alzan la voz para acabar con estos desmanes, pero es demasiado tarde para acabar con la bestia que ellos mismos, en su estúpida ingenuidad, habían creado. A Companys, presidente de la Generalitat, no le toca más que asumir de iure lo que de facto ya se ha producido: el poder está en manos de los comités revolucionarios. Se forma la columna Durruti y parte esta, Durruti al frente, a liberar Zaragoza. Queda en Barcelona una intrigante Federica Montseny, ídolo ¡cómo no! de las feministas actuales que no tienen ni puta idea de historia, que tendrá papeles bastante oscuros en el devenir de la hechos. Grabación de un mitín de Durruti:



Se desespera Durruti en Aragón. Los comunistas se están quedando el armamento en Barcelona y éste no llega al frente. La campaña es bastante desastrosa y, por otra parte, los señoritos fascistas no huyen como ratas cobardes y luchan con valor suicida. La República intenta contrarrestar su pérdida de poder y forma nuevo gobierno. Entran en el gobierno, un hecho insólito, cuatro anarquistas, lo nunca visto en la historia. Está de ministra la Montseny, por supuesto. Se asedia Madrid. La situación en la capital de España es desesperada. El 15 de octubre llegan a Madrid los primeros tanques soviéticos. Llegan también las Brigadas Internacionales. El pueblo aplaude estas llegadas. Asimismo llegan un sinfín de comisarios, los tíos de la gabardina de cuero. Estos son los que van a mandar en España en adelante. El 6 de noviembre se produce un hecho vergonzoso: el Gobierno huye de Madrid y deja allí al pueblo que allá se las componga. Allí sólo quedan los comunistas que se acaban de ganar al pueblo. Para el mismo Durruti la huida de los ministros de la CNT es algo vergonzoso. Los ministros por poco se libraron de ser fusilados por milicianos anarquistas a su paso por Tarancón, "por cobardes".
Mientras tanto, Durruti se desespera en Aragón. No se hace caso a sus peticiones de armamento. Los comunistas están dando consignas bastante razonables: "primero ganar la guerra, después la revolución". Los anarquistas van haciendo la revolución por donde pasan, haciendo comunas agrarias y socializando los bienes. Para ellos revolución y guerra van unidas. La siguiente consigna comunista, bastante razonable también, será letal para los anarquistas: "militarización de las milicias". Para los anarquistas esto es la creación de un ejercito burgués en toda regla, se niegan. Otro estúpido error: las milicias no servían para nada frente a un ejército regular. Las milicias sólo son efectivas, muy efectivas, en uso guerrillero. En campo abierto no tienen nada que hacer frente a un ejército disciplinado.
Madrid está asediada y la Montseny manda a Durruti a defender Madrid. Durruti discute, se niega, abandonar Aragón significa dejarlo en manos de los comunistas que ya están intrigando por allí. Finalmente, disciplinado, parte con su columna hacia Madrid.
Durruti es la máxima leyenda en España. Durruti va "a salvar Madrid" junto a sus hombres. A los comunistas esto les sienta como una patada en la entrepierna. EL pueblo de Madrid, agradecido, se pliega a la leyenda y ovaciona a la columna Durruti. La moral del pueblo de dispara. Durruti pide armas y que se le asigne el puesto de más peligro. Es destinado a la Ciudad Universitaria. El asunto está muy mal. La Legión no son señoritos falangistas con escopetas de los pueblos de Aragón. La columna Durruti pelea con valor suicida, pero las bajas ascienden rápidamente. Aproximadamente a las 13:00 del 19 de noviembre, acompañado de su ayudante el sargento Manzana, Durruti cae herido por una bala de extraña procedencia. Un par de horas antes había sido entrevistado por el periodista Van Passen del "Toronto Star", éste es un extracto de la entrevista:

    —”¿Espera usted alguna ayuda de Francia o de Inglaterra, ahora que Hitler y Mussolini han comenzado a ayudar a los militares rebeldes?” pregunté.
—”Yo no espero ninguna ayuda para una revolución libertaria de ningún gobierno del mundo” respondió Durruti secamente. Y agregó:  “Puede ser que los intereses en conflictos de imperialismos diferentes tengan alguna influencia en nuestra lucha. Eso es posible. El general Franco está haciendo todo lo posible para arrastrar a Europa a una guerra, y no dudará un instante en lanzar a Alemania en contra nuestra. Pero, a fin de cuentas, yo no espero ayuda de nadie, ni siquiera, en última instancia, de nuestro Gobierno.”
—”¿Pueden ustedes ganar solos?” pregunté directamente.
Durruti no respondió. Se tocó la barbilla, pensativamente. Sus ojos brillaban. Y Van Passen insistió en la pregunta:
—”Aun cuando ustedes ganaran, iban a heredar montones de ruinas” me aventuré a interrumpir su silencio.
Durruti pareció salir de una profunda reflexión, y me contestó suavemente, pero con firmeza:
—”Siempre hemos vivido en la miseria, y nos acomodaremos a ella por algún tiempo. Pero no olvide que los obreros son los únicos productores de riqueza. Somos nosotros, los obreros, los que hacemos marchar las máquinas en las industrias, los que extraemos el carbón y los minerales de las minas, los que construimos ciudades… ¿Por qué no vamos, pues, a construir y aún en mejores condiciones para reemplazar lo destruido? Las ruinas no nos dan miedo. Sabemos que no vamos a heredar nada más que ruinas, porque la burguesía tratará de arruinar el mundo en la última fase de su historia. Pero -le repito- 
a nosotros no nos dan miedo las ruinas, porque llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones“, dijo, murmurando ásperamente. Y luego agregó:  “Ese mundo está creciendo en este instante”.
Muere el día 20 en el hotel Ritz, escasas horas después que José Antonio fusilado en Alicante. Kaputt. Muerto. Un personaje incomodo para todos, fachas, rojos y trepas de su mismo sindicato. Para no aburrirles con más datos, copiopego un extracto resumido de las diversas teorías que corren:












Durruti muere el 20 de noviembre (sí, el 20-N) de 1936 y las causas de su muerte han dado lugar a muchas teorías (algunas de ellas realmente conspirativas). Me limitaré a exponer brevemente cada una de ellas.
Asesinado por orden de la URRSS y los comunistas españoles.
El Gobierno quería acabar con las milicias, mejor dicho, militalizarlas y crear un ejército disciplinado, Durruti se oponía a esto y pidió a los políticos que no pusieran sus intereses particulares por encima de la revolución. Tras ese discurso muere asesinado por uno de sus hombres que se había puesto al servicio soviético ya que el peso de Durruti en la población era inmenso.
Un fatal accidente con su subfusil.
El hecho de que se encontrara en una zona segura (a más de kilómetro y medio de las líneas enemigas) y que viajara con hombres de su completa confianza parece dotar de veracidad a esta opción, también las informaciones de que tenía restos de pólvora en el tejido y que el agujero era bastante grande parecen apoyar la veracidad de un disparo a quemarropa. El subfusil de Durruti era un naranjero (Subfusil Schmeisser MP28 II), un arma muy inestable que carecía de seguro. Según está versión al bajar del coche se habría golpeado con el picaporte de la puerta y al tener el arma apuntando hacia el pecho ésta se habría disparado. La versión es atacada por Abel Paz (anarquista y biógrafo de Durruti) ya que en su libro afirma que la bala le entró por detrás.
Un francotirador de la zona rebelde.
Es la primera versión y la que divulgaron los republicanos. En principio un francotirador desde una ventana (sic) aprovechando que había bajado del coche le pegó un tiro. Esto es muy difícil de creer ya que como hemos dicho estaba a más de un kilómetro de las líneas enemigas y el disparo parece que se hizo a quemarropa. Además la ruta de Durruti no seguía ningún plan preestablecido y fue una casualidad que bajara en ese punto. Se argumentó la posibilidad de una bala perdida.
Uno de los dos desertores sorprendidos.
También parece bastante documentado el hecho de que la detención del coche se debía a ver una discusión en la calle. En principio los defensores de esta versión argumentan que sorprendió a dos desertores y les recriminó su actitud, estos ignorando quien era le dispararon. Parece complicado de creer teniendo en cuenta que viajaba con hombres de su total confianza y nunca afirmaron algo parecido.
Asesinado por sus compañeros.
La versión stalinista es que lo mataron unos anarquistas descontrolados porque Buenaventura estaba a favor de ganar la guerra y parar la revolución. El problema de esta versión es que Durruti en todas sus intervenciones públicas se mostró claramente contrario al retroceso revolucionario y que viajaba con hombres fieles que (a no ser que estuviesen todos en la conspiración) deberían haber visto al asesino.
El sargento José Manzana
Antonio Bonilla (compañero anarquista de Durruti) reveló una información que era desconocida hasta ahora, citaré literalmente sus palabras (semanario Posible, nº 80): «No cabe duda de que la bala que mató a Durruti salió del naranjero que portaba Manzana. Pudo ser casual o intencionadamente. Hoy, a la vista de lo que ocurrió después, opto por creer que fue intencionado el disparo.» Hay que decir que Manzana desapareció después de este suceso y actualmente no se sabe si sigue vivo o no en su exilio mexicano. A pesar de la afirmación rotunda de Bonilla otros son partidarios de que se trató de un accidente de Manzana (que gozaba de la entera confianza de Durruti) y que tras su muerte se intentó suicidar para posteriormente desaparecer para siempre.
Ninguno es 100% demostrable, y todos tienen su parte de credibilidad...¿la verdad? no se sabe
Lo que sí se sabe es que fue Federica Montseny (primera mujer ministra en la Europa Occidental) la que divulgó la historia de la bala franquista, ella fue la primera en entrevistar a los acompañantes y a la que se le ocurrió esa idea. El hecho de que un destacado líder aclamado por el pueblo hubiese muerto por un accidente podía desmoralizar a la tropa sin embargo vender que había sido asesinado por los nacionales aumentaba las ganas de revancha. También se sabe que se utilizó su muerte para poner en su boca palabras que nunca dijo como la famosa expresión (titular de periódicos de la época): “Renunciamos a todo menos a la victoria”
Quizás algún día sepamos a ciencia cierta como murió pero hasta ahora sigue siendo uno de los misterios más grandes (sino el que más) de la Guerra Civil.
También de cuando en cuando aparecen por la red diversos testimonios del "bisnieto del médico que trató a Durruti" o "familiares del sargento Manzana" del que lo último que se sabe más o menos aproximado es que se le vio por México. Testimonios de escasa o nula fiabilidad. Otro misterio sin resolver que nos quedaremos sin saber. Su entierro en Barcelona fue apoteósico, el mayor que se recuerda en cuanto a público. Hoy, ustedes apenas habrían oído hablar de él. La Montseny quedó de dueña y señora de la CNT en el exilio, hoy, ustedes seguro que oyeron hablar de ella.
Si quieren mi versión me inclino por los comunistas. No mucho más tarde se follaron a Andreu Nin. A la Montseny sólo la considero intrigante y trepa, no culpable de este asesinato.
Por si alguien se emociona en exceso leyendo este relato y le entran ansias anarcosindicalistas: la CNT actual son cuatro que se dedican a despellejarse contra los otros cuatro. Abunda la estética anarkoperroflauta y el litronerismo. La CGT, que dice ser heredera de la CNT, tres cuartos de los mismo. En general suelen pasar más el tiempo expulsándose unos a otros por salvaguardar la "pureza anarcosindicalista" que haciendo la revolución. Salvo las dignísimas excepciones, por supuesto.
Fuentes: 
"Durruti en la revolución española"de Abel Paz.
"El corto verano de la anarquía" de Hans Magnus.
Wikipedia, Youtube, etc.
El texto es integro mío salvo lo copiapegado en cursiva.
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